¡Nunca es tarde…!
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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
ROBAR SU PROPIO BANCO
LUCAS 9:25 “Pues ¿qué aprovecha al hombre, si
gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?”
Iba a ser el asalto perfecto,
un asalto que no podría fallar, que no dejaría ninguna pista, y que produciría
al asaltante una cuantiosa suma. El disfraz del asaltante, también era
perfecto: anteojos negros, peluca de color diferente, y nariz arreglada por un
experto en maquillajes de teatro.
Así disfrazado, Wong Hoi Wan,
de cincuenta y ocho años de edad, de Hong Kong, decidió asaltar un banco de su
ciudad; sólo que había algo peculiar en este plan: Hoi Wan era el presidente de
este banco.
No se sabe si por el calor o
por los nervios, la nariz se le desprendió, y por si éso fuera poco, su enorme
figura de 135 kilos de peso ya lo había denunciado a los guardias.
El titular en los diarios era
interesante: «INTENTÓ ROBAR SU PROPIO BANCO».
Pero, ¿qué significa robar su propio banco? Es alzarse con el dinero que clientes
desprevenidos, con toda confianza, han depositado en él. Es levantar una suma incalculable de dinero
sin pensar en las consecuencias. Es arruinar
honra, familia y porvenir. De ahí que Wong Hoi Wan tuviera que rendirle cuentas
a la policía, al juez y a sus depositantes, expiando tras las rejas su maldad.
Si bien en esta vida pocos han
de robar su propio banco literalmente, muchos lo han de hacer en sentido
figurado.
Pues robar su propio banco
también es minar el prestigio que uno, con paciencia y cuidado, ha ido
adquiriendo. Es derribar, por descuidos éticos, la posición que algunos, en el
mundo de los negocios, han ganado. Es destruir, por infidelidad conyugal, lo
más hermoso y preciado que en este mundo existe: su matrimonio. Y junto con la
destrucción de su matrimonio quedan, también, destruidos sus hijos, sus nietos
y el resto de la familia.
Robar su propio banco es
agredirse uno mismo con el uso de drogas, alcohol y otros vicios, destruyendo
ánimo, cerebro y voluntad, haciéndose inútil para un servicio benéfico y
provechoso.
Pero principalmente, es hacer
caso omiso de la inquietud espiritual que toda persona tiene, destruyendo así la
oportunidad de reconciliarse con DIOS.
Es llevar una vida materialista —efímera, volátil y falsa— sin
preocuparse de lo espiritual. Es cerrar las puertas del cielo.
«¿De
qué le sirve a uno —afirmaba Jesucristo— ganar el mundo entero si se
pierde o se destruye a sí mismo?»
Esta es una expresión de una
profundidad impresionante. Nos muestra lo inútil de los esfuerzos del hombre,
aún en el caso de que esos esfuerzos le llevaran a ganarse todo el mundo, lo
cual desde luego es humanamente imposible.
Pero Jesús usa esta frase a
propósito tratando de que entendamos que, aún llegando al más alto nivel de
éxito humano, de nada servirá si no hemos prestado atención al aspecto espiritual,
el cual es eterno.
Si tú has entendido esta
enseñanza, te será fácil poner en el orden perfecto tus prioridades, aunque
esto signifique renunciar a cosas que hasta este momento han ocupado el primer
lugar en tu vida por encima de las cosas espirituales.
Recuerda que no es posible
servir a dos señores, ni buscar al mismo tiempo las riquezas del mundo y las
riquezas divinas, dice la
Biblia en Mateo 6:24. Acumula tesoros en el cielo, no
riquezas en la tierra.
Ahora mismo acércate al Señor
en oración, y pídele que te ayude a ponerlo a ÉL en primer lugar en tu vida, y
a darle menos importancia a las riquezas temporales de este mundo. De esta
manera dejarás bien claro que prefieres salvar tu vida.
Dejemos de robar nuestro propio banco
ORACIÓN: Padre Santo, te adoro y exalto Tu nombre en este día, y Te doy
gracias por todas Tus bendiciones que diariamente recibo. Ayúdame a ponerte a Ti en primer lugar en mi
vida, confiando en que Tú tendrás cuidado de todo lo demás. Te ruego me des el
discernimiento espiritual que necesito para darle prioridad a las cosas que
verdaderamente tienen importancia y dejar a un lado las que no la tienen, para
que Tu nombre sea glorificado en mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
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