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Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
NUESTRA AYUDA EN LA DEBILIDAD
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JUAN 14:16-17 "16 Y yo rogaré al Padre
y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el
Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo
conoce; pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y estará en
vosotros."
Después de la última cena,
Jesús dedicó un tiempo para enseñar más a los discípulos sobre Su misión, y lo
que pasaría después que dejara la Tierra. Sabía que los momentos más sombríos
de sus vidas estaban por delante. Experimentarían desesperanza por Su muerte,
gozo por Su resurrección y tristeza por Su partida. También estaba consciente
de que dar testimonio de Su vida retaría la fe de éllos. Por tanto, en Juan 14.16-31*,
les prometió un Ayudador que estaría al lado de éllos en las pruebas que
vendrían.
Muchas veces enfrentamos la
vida confiando en nuestro ingenio y en nuestras habilidades para salir
adelante. Pero al decidir seguir al Señor, aceptamos que somos más débiles de
lo que podríamos haber imaginado, pero por medio del Espíritu Santo somos más
fuertes de lo podríamos haber soñado.
No importa que nuestra lucha
sea espiritual, emocional o física, podemos confiar en la ayuda del Espíritu
Santo. Pablo nos da un ejemplo de cómo es esto. Cuando lidiaba con el dolor de
un padecimiento físico, el apóstol oró al Señor para que le quitara lo que él
llamó un “aguijón en la carne”. Pero en vez de eso, DIOS le dijo: “Bástate mi gracia;
porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2a Corintios 12:9).
Muchos cristianos tienen la
idea errónea de que DIOS nos ayuda sólo cuando hemos hecho todo lo que está en
nuestras manos. En realidad, Su Espíritu no se suma a nuestras fuerzas.
Por el contrario, cuando
reconocemos que somos impotentes para ayudarnos a nosotros mismos, el Espíritu
Santo nos da las fuerzas que necesitamos para hacer frente a cualquier reto,
con confianza absoluta en DIOS.
ORACIÓN:
Señor mi Dios. En este día me acerco a Ti para darte gracias por la vida que me
das, por todas las bendiciones recibidas hasta este momento, por la salud que
me das y por el amor de mis seres queridos. Ayúdame Señor para que cuando tenga
que enfrentar a una prueba o problema y dificultad recurra a Ti para que Tu
Espíritu Santo me ayude a superarlos. Dejo frente a Tus pies mi problema para
que me ayudes a solucionarlo, pues tengo fe de que así será. En el nombre de
Cristo, amén.
*Juan 14:16-31
(RVR1995)
16 Y yo rogaré al Padre y os dará otro
Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el
Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo
conoce; pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y estará en
vosotros.
18 »No os dejaré huérfanos; volveré a
vosotros. 19 Todavía un poco, y el mundo no me
verá más, pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también
viviréis. 20 En aquel día vosotros conoceréis que
yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. 21 El
que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama
será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él.
22 Le dijo Judas (no el Iscariote): —Señor,
¿cómo es que te manifestarás a nosotros y no al mundo?
23 Respondió Jesús y le dijo: —El que
me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos
morada con él. 24 El que no me ama no guarda mis
palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.
25 »Os he dicho estas cosas estando con
vosotros. 26 Pero el Consolador, el Espíritu
Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y
os recordará todo lo que yo os he dicho.
27 »La paz os dejo, mi paz os doy; yo
no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga
miedo. 28 Habéis oído que yo os he dicho:
“Voy, y vuelvo a vosotros.” Si me amarais, os habríais regocijado, porque he
dicho que voy al Padre, porque el Padre mayor es que yo. 29 Y
ahora os lo he dicho antes que suceda, para que, cuando suceda, creáis. 30 No
hablaré ya mucho con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo y él nada
tiene en mí.31 Pero para que el mundo conozca que
amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago.
»¡Levantaos,
vámonos de aquí!
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