Si quieres ser libre,
perdona.
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meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
PERDONAR ES
ESENCIAL
Renuevo de Plenitud
EFESIOS 4:32 “Sed más bien amables unos con
otros,
misericordiosos, perdonándoos unos a otros,
así como también
DIOS os perdonó en Cristo.”
Existe
una necesidad básica en lo profundo de nuestro ser para la reconciliación en
vez del resentimiento.
El
escritor norteamericano Ernest Hemingway escribió la historia de un padre
Español que por fin decidió reconciliarse con su hijo; éste se había ido de su
casa a la ciudad de Madrid. Como no sabía dónde encontrarlo su padre publicó un
anuncio en el periódico El Liberal. El anuncio leía lo siguiente:
“Paco, encontrémonos en el hotel Montana a las
12 del mediodía el próximo Martes. Todo ha sido perdonado y olvidado. Firmado,
Papá.”
Si
tú no estás muy bien familiarizado con la cultura española, en España PACO es
un nombre muy común, y al próximo Martes cuando el padre fue al hotel Montana a
buscar a su hijo se encontró a 800 jóvenes que se llamaban Paco y cada uno
estaba esperando a su padre.
Hay
algo en nosotros que anhela reconciliarse con aquellos que nos han ofendido.
DIOS no nos ha diseñado para la amargura. Debemos recordar que el perdón es
esencial para los que ofenden.
Un fin
de semana de Octubre de 1982, Kevin Tunnell, un joven de 17 años, estuvo
involucrado en un accidente de tránsito. Tomó una decisión bastante estúpida.
Decidió conducir y tomar al mismo tiempo. Chocó con otro auto matando al
conductor; una jovencita de 18 años.
Kevin
fue condenado por homicidio involuntario y por conducir bajo el estado de
ebriedad. Pagó su sentencia en prisión. Inclusive, cuando salió de la cárcel,
invirtió siete años haciendo campaña en contra de los conductores embriagados.
Kevin estaba completamente arrepentido por la decisión tonta que había tomado.
La
familia de la muchacha lo demandó por 1.5 millones de dólares, pero se
conformaron con $936 dólares y que pagara un dólar a la vez, cada viernes por
los próximos 18 años. El dinero no era el caso. La familia quería que fuera un
recordatorio semanal para Kevin del día en que murió su hija.
En
cuatro ocasiones los padres de la muchacha llevaron a Kevin a corte porque no
pagaba ese dólar—y no es que Kevin no quería pagarles. Era ese maldito
recordatorio semanal de la muerte de la muchacha lo que lo atormenta. Kevin les
ofreció una caja con 936 cheques de un dólar, para que los cambiaran cada
semana. Pero los padres se negaron. No era el dinero lo que los padres querían,
lo que éllos querían era que Kevin sintiera excesiva tristeza. De hecho, Kevin
pasó 30 días en la cárcel por no pagar ese dólar un viernes.
Ahora
bien, ninguno de nosotros cuestionaría el coraje y la rabia de los padres por
haber perdido a su hija. Pero la pregunta que nos debemos plantear es la
siguiente: ¿Qué tanto es suficiente? ¿Serán suficientes 936 pagos de un dólar?
¿Cuándo el último pago llegue, les traerá paz a los padres? Lo dudo. Lo dudo
porque el perdón no solamente es esencial para los que ofenden sino también
para los ofendidos.
Cuando
no queremos perdonar envenenamos nuestro corazón y nuestra mente con la
amargura. La amargura y el resentimiento son dañinos para la salud. Es la
contaminación del alma lo que amargará su vida. Y si puede, lo deformará, y lo
peor, lo destruirá, pero en ambos casos, lo dejará inmóvil.
Es
la amargura de nuestro orgullo lo que nos impide perdonar a los demás. Pensamos
que ya basta con que nos traten de esa manera. El orgullo promueve un espíritu
vengativo. El orgullo dice, “Nunca te perdonaré lo que me hiciste”.
Si
quieres ser libre y hacer libre a aquellas personas que te han ofendido de una
vez por todas, recuerda que perdonar no es una opción, es esencial. Debemos
estar dispuestos a seguir perdonando todas las injusticias.
MÁS DE LA VIDA
Jorge Cota
ORACIÓN: Padre Celestial. Perdóname Señor
porque mi orgullo me impide perdonar. Tu Palabra enseña que debemos ser más bien amables
unos con otros, que debemos ser misericordiosos y debemos perdonarnos unos a
otros, así como Tú, oh DIOS, nos has perdonado en Cristo Jesús. Ayúdame Señor
para que haga Tu voluntad. En el nombre de Cristo, amén.
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