Confiar en el
Señor.
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meditación.
Bendiciones,
Enio
Meditación Diaria
¿ALGUIEN
TE HA DECEPCIONADO?
JUAN 11:1-3 "Estaba enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María
y de Marta, su hermana. 2 (María, cuyo hermano
Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies
con sus cabellos). 3 Enviaron, pues, las
hermanas a decir a Jesús:—Señor, el que amas está enfermo."
Cuando se sufre desilusiones
en la vida, es fácil culparse a uno mismo o a otros —o incluso a ambos. Con frecuencia, es difícil saber qué decir o qué hacer, por no poder identificar realmente la causa o el propósito verdadero de la decepción.
La
desilusión suele ser una respuesta emocional a nuestro fracaso, o al de otros,
por no lograr que un deseo, una esperanza, un sueño o una meta se conviertan en
realidad. Ésto puede llevar a hacer perder la fe en alguien en quien
confiábamos, e incluso en una persona que amamos.
El evangelio de Juan nos dice que Jesús amaba a Marta, a su
hermana María, y a Lázaro, el hermano de éllas. Por ésto, no sintieron la
necesidad de decir al Señor algo más que “el que amas está enfermo” (Juan 11:3). Su
expectativa era que tan pronto Jesús oyera ésto, ÉL vendría para sanar a su
hermano.
Sin embargo, Jesús no se puso en marcha sino hasta dos
días después. Cuando llegó, Marta salió a su encuentro y le dijo: “Señor, si hubieses
estado aquí, mi hermano no habría muerto” (v. 21). Había tenido la
esperanza de que ÉL viniera de inmediato, para salvar la vida de Lázaro. Élla
no veía el propósito del Señor, que era el de hacer un milagro más grande.
DIOS tiene razones para dejar que suframos
decepciones. ÉL podría evitarlas, pero quiere mostrarnos Su propósito. Su deseo
es que confiemos, creamos y dejemos que nuestras circunstancias lo glorifiquen
a ÉL.
Cuando lleguen las desilusiones, ¿quedarás
paralizado y desorientando en cuanto a los planes de DIOS para tu vida? ¿O
estarás abierto a lo que el Señor quiera enseñarte, y ansioso por entender el
propósito de ÉL, y Su lección en esas situaciones? La respuesta correcta es simplemente… confiar en ÉL.
ORACIÓN: Señor, Padre Celestial. Gracias Señor porque
a través de las pruebas y decepciones que estoy sufriendo, Tú tienes un gran propósito
y me enseñas a confiar más en Tí. Gracias mi DIOS. En el nombre de Cristo,
amén.
JUAN 11:1- MUERTE DE
LÁZARO
11 Estaba enfermo uno llamado Lázaro,
de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana. 2 (María,
cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume y le
secó los pies con sus cabellos). 3 Enviaron, pues, las hermanas a decir
a Jesús:—Señor, el que amas está enfermo.
4 Jesús, al oírlo, dijo:—Esta
enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de
Dios sea glorificado por ella.
5 Y amaba Jesús a Marta, a su hermana
y a Lázaro. 6 Cuando oyó, pues, que estaba
enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. 7 Luego,
después de esto, dijo a los discípulos:—Vamos de nuevo a Judea.
8 Le dijeron los discípulos:—Rabí,
hace poco los judíos intentaban apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
9 Respondió Jesús:—¿No tiene el día
doce horas? El que anda de día no tropieza, porque ve la luz de este
mundo; 10 pero el que anda de noche, tropieza,
porque no hay luz en él.
11 Dicho esto, agregó:—Nuestro amigo
Lázaro duerme, pero voy a despertarlo.
12 Dijeron entonces sus
discípulos:—Señor, si duerme, sanará.
13 Jesús decía esto de la muerte de
Lázaro, pero ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. 14 Entonces
Jesús les dijo claramente:—Lázaro ha muerto, 15 y
me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis; pero vamos a
él.
16 Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo,
a sus condiscípulos:—Vamos también nosotros, para que muramos con él.
JESÚS,
LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA
17 Llegó, pues, Jesús y halló que hacía
ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18 Betania
estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios, 19 y
muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su
hermano. 20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús
llegaba, salió a encontrarlo, pero María se quedó en casa. 21 Marta
dijo a Jesús:—Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría
muerto. 22 Pero también sé ahora que todo lo
que pidas a Dios, Dios te lo dará.
23 Jesús le dijo:—Tu hermano
resucitará.
24 Marta le dijo:—Yo sé que resucitará
en la resurrección, en el día final.
25 Le dijo Jesús:—Yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26 Y
todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
27 Le dijo:—Sí, Señor; yo he creído que
tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
JESÚS
LLORA ANTE LA TUMBA DE LÁZARO
28 Habiendo dicho esto, fue y llamó a
María su hermana, diciéndole en secreto:—El Maestro está aquí, y te llama.
29 Ella, cuando lo oyó, se levantó de
prisa y fue a él. 30 Jesús todavía no había entrado en la
aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta lo había encontrado. 31 Entonces
los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que
María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo:—Va al
sepulcro, a llorar allí.
32 María, cuando llegó a donde estaba
Jesús, al verlo, se postró a sus pies, diciéndole:—Señor, si hubieras estado
aquí, no habría muerto mi hermano.
33 Jesús entonces, al verla llorando y
a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y
se conmovió, 34 y preguntó:—¿Dónde lo pusisteis?
Le
dijeron:—Señor, ven y ve.
35 Jesús lloró. 36 Dijeron
entonces los judíos:—¡Mirad cuánto lo amaba!
37 Y algunos de ellos dijeron:—¿No
podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no
muriera?
RESURRECCIÓN
DE LÁZARO
38 Jesús, profundamente conmovido otra
vez, vino al sepulcro. Era una cueva y tenía una piedra puesta encima. 39 Dijo
Jesús:—Quitad la piedra.
Marta, la
hermana del que había muerto, le dijo:—Señor, hiede ya, porque lleva cuatro
días.
40 Jesús le dijo:—¿No te he dicho que
si crees verás la gloria de Dios?
41 Entonces quitaron la piedra de donde
había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo:—Padre,
gracias te doy por haberme oído. 42 Yo sé que siempre me oyes; pero lo
dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has
enviado.
43 Y habiendo dicho ésto, clamó a gran
voz:—¡Lázaro, ven fuera!
44 Y el que había muerto salió, atadas
las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les
dijo:—Desatadlo y dejadlo ir.
45 Entonces muchos de los judíos que
habían ido para acompañar a María y vieron lo que había hecho Jesús, creyeron
en él.
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